Jair Tenorio estaba de vacaciones en verano de 2014 cuando le llamó su jefe: “Le han puesto tu nombre a una enfermedad”, le dijo. El biólogo colombiano-español pensó que era una broma, pero en realidad se iba a registrar el síndrome de Tenorio en la base de datos internacional de enfermedades con origen genético. Tenorio llevaba cinco años estudiando un extrañísimo síndrome que su equipo había visto por primera vez en un paciente que había acudido a su consulta del Instituto de Genética Médica y Molecular del Hospital La Paz, en Madrid. Tenía macrocefalia —la cabeza más grande de lo normal—, deficiencias cognitivas y otros síntomas que no encajaban con ninguna dolencia conocida.
Ha presentado recientemente sus resultados en el III Congreso Interdisciplinar de Genética Humana.
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