La enfermedad de Wilson (EW) es debida a un defecto en el metabolismo de cobre. El hígado de los pacientes con esta enfermedad no puede repartir por nuestro organismo el cobre que tomamos en la dieta ni tampoco guardarlo o expulsarlo cuando sobra, por lo que se va acumulando en el organismo, primero en el hígado y luego en otros órganos. La consecuencia de esta acumulación es la manifestación de enfermedad hepática, que puede llevar a la cirrosis y a la muerte por fallo hepático fulminante, y también enfermedad neurológica. La EW puede debutar a cualquier edad, desde el niño pequeño o lactante hasta el adulto. Una de las características de la EW es que se trata de una enfermedad tratable farmacológicamente, siendo mucho mejor el pronóstico con un diagnóstico precoz. El tratamiento permite acceder a una calidad de vida adecuada y a un pronóstico vital equivalente al resto de población no afectada, siempre siguiendo las pautas establecidas por el profesional médico, y con un seguimiento clínico constante y cuidadoso.
La EW es es una enfermedad hereditaria, consecuencia de la presencia de mutaciones en el gen ATP7B, que contiene la información genética para elaborar una proteína que gestiona la distribución del cobre en el hígado. Para padecer la enfermedad hay que heredar dos copias defectuosas del gen ATP7B, una del padre y otra de la madre. Las leyes de herencia de Mendel predicen que dos progenitores portadores de una mutación en ATP7B tienen una probabilidad de un 25% de tener un hijo enfermo en cada embarazo, aunque eso no excluye que uno, dos, o todos los hijos de la pareja de portadores puedan estar afectados. Los portadores de una única copia defectuosa no están afectados. Los hijos de afectados son, necesariamente, portadores, por lo que pueden transmitir este defecto a su descendencia.
Se cree que la EW, siendo una de las llamadas enfermedades minoritarias, antes conocidas como raras afecta, en Europa, a menos de cinco personas por cada diez mil habitantes. A pesar de las estadísticas globales europeas, o incluso españolas, la estructura de la población en Canarias, con un importante componente aborigen ancestral y sometida a siglos de aislamiento, hace que algunas patologías que son raras en otros sitios no lo sean tanto aquí, y viceversa. Según un registro nacional de enfermedades raras, dependiente del Instituto de Salud Carlos III, hay 20 pacientes registrados en las Islas Canarias que, con una población de 2.153.389, supone 1 caso en 107.669 por 0,92 casos cada 100.000 habitantes. No obstante, en un estudio recientemente publicado en el Journal of Gastroenterology, parte de un proyecto liderado por la Unidad de Investigación del Complejo Hospitalario Universitario Insular Materno-Infantil de Las Palmas de Gran Canaria, se cuentan al menos 70 pacientes solamente en la isla de Gran Canaria que, con una población de 851.231, supone un caso cada 12.369 habitantes o 8 casos cada 100.000.
En un nuevo capítulo de este proyecto, recientemente publicado en el Journal of Pediatric Gastroenterology and Nutrition, el mismo grupo de investigación nos muestra, a través de la detección de mutaciones del gen ATP7B en la población general, que la isla de Gran Canaria es, junto con una zona de la isla montañosa de Cerdeña, la zona del mundo donde la incidencia esperada de EW es mayor, siendo ésta, aproximadamente, de 1 en 3.000, al menos 10 veces superior a la calculada en el resto del mundo y más de 30 veces superior a la oficialmente registrada por el servicio público de salud. Este trabajo nos muestra, además, la alta prevalencia de una mutación en ATP7B que solamente se encuentra en Gran Canaria, y cuyo origen es probablemente anterior a la conquista española de las islas, encontrada en 1 de cada 50 habitantes de la isla.
La frecuencia de portadores encontrada es muy superior en Gran Canaria, pero también en el archipiélago y en la España peninsular, y predice más pacientes de los registrados en los tres escenarios estudiados. Este hallazgo plantea la posibilidad de que haya afectados no diagnosticados, lo que recomienda un cribado para identificarlos en etapas pre-sintomáticas. Actualmente las estrategias de cribado se toman a nivel nacional o autonómico, y no contemplan situaciones en las que la distribución de la enfermedad es territorialmente desigual, como en el caso de Gran Canaria con la EW.
Para abordar este problema, el mismo grupo de investigación propone que se realice un cribado midiendo la ceruloplasmina en sangre a los tres años de edad, ya que una concentración de este analito por debajo de 11,5 mg / dL es capaz de identificar a los afectados por la enfermedad con gran especificidad y sensibilidad en un momento donde una intervención terapéutica prevendría todos los síntomas graves de la enfermedad.
Dada la situación en Gran Canaria, que se encuentra también en otras zonas del mundo, algunas muy bien caracterizadas como Cerdeña, es necesario fomentar el conocimiento de la EW tanto entre profesionales sanitarios de atención primaria y especializada, así como en las personas afectadas y sus familiares, y alertar a las autoridades sanitarias para revisar las estrategias de cribado y crear protocolos de atención especializada de acuerdo a la distribución de las patologías en el territorio.
En la financiación de este trabajo han participado , además del Servicio Canario de Salud, la Fundación DISA, la Fundació Per Amor a l´Art, el Ministerio de Ciencia e Innovación y el Cabildo Insular de Tenerife.
Información relacionada
García-Villarreal L, Daniels S, Shaw SH, Cotton D, Galvin M, Geskes J, Bauer P, Sierra-Hernández A, Buckler A, Tugores A. High prevalence of the very rare Wilson disease gene mutation Leu708Pro in the Island of Gran Canaria (Canary Islands, Spain): a genetic and clinical study. Hepatology. 2000;32(6):1329-36.
García-Villarreal L, Hernández-Ortega A, Sánchez-Monteagudo A, Peña-Quintana L, Ramírez-Lorenzo T, Riaño M, Moreno-Pérez R, Monescillo A, González-Santana D, Quiñones I, Sánchez-Villegas A, Olmo-Quintana V, Garay-Sánchez P, Espinós C, González JM, Tugores A. Wilson disease: revision of diagnostic criteria in a clinical series with great genetic homogeneity. J Gastroenterol. 2021;56(1):78-89
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